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ISSN 1989-4163

NUMERO 90 - FEBRERO 2018

El Maestro del Vello Púbico

Carmelo Arribas

Quizás sorprendería a muchos de los que iban a ver a un personaje tan duro como Adolf Hitler, el que tras el escritorio en su despacho, estuviera colgado un cuadro con cuatro mujeres desnudas, significando las Cuatro Estaciones. Este cuadro comprado por el líder nazi, de su bolsillo era una obra de su pintor preferido, Adolf Ziegler, que sería conocido como: el "Maestro del vello púbico".
Adolf Hitler no triunfó como acuarelista, de las que se conservan unos cientos. (También Franco fue muy aficionado a la pintura y algunos cuadros de paisajes, tienen una cierta calidad media). Sin embargo no dejó de ser la pintura, su gran afición, tan es así que llegó incluso a declarar en 1939, que: "una vez resuelto el tema de Polonia me retiraré y me dedicaré a seguir pintando". Los seguidores del nazismo, y que veneraban a su líder, reproducían sus acuarelas, considerando un gran honor tener una obra del Fürher, y hasta debió de ser tanta la demanda, que el mismo Adolf Hitler molesto, acabó prohibiendo que se reprodujeran.

Aun así, su interés por el arte hizo, que su idea estética dirigiera la de los artistas de la época. La pintura de Ziegler refleja esa idea de la mujer alemana. Como se sabe, muchos artistas medievales cuyos nombres se desconocen son llamados; el Maestro de...adoptando el nombre de algún personaje u objeto, que aparezca en alguno de sus cuadros más conocidos, de esta manera los artistas de su época, quizás envidiosos por carecer del apoyo del Régimen y dando a entender su escasa originalidad, porque prácticamente hacía versiones de cuadros conocidos, como puede verse en el “Juicio de Paris,” cuya composición recuerda a cuadro de Pacecco de Rosa de 1645, lo llamaron irónicamente, identificándolo por uno de los elementos que aparecen  de modo significativo en sus cuadros: "El Maestro del vello púbico".

En la mitología griega, el Juicio de Paris fue el desencadenante de la legendaria Guerra de Troya. Por su posibilidad escénica y el trasfondo ideológico, ha sido un tema recurrente en las artes, al que se añade su relevancia poética y el significado de los nefastos efectos futuros que la elección del amor sobre otras cosas, puede provocar. La decisión del joven príncipe troyano, llevó a su propio pueblo a la ruina y sólo por causa el amor de la más bella mujer.
Todo comenzó con la mítica boda de Tetis y Peleo, una importante celebración a la que estaban invitados dioses y mortales. Pero Eride, diosa de la discordia, no había recibido invitación, por lo que ideó una venganza digna de su atributo: sembrar la discordia entre los invitados.

Se presentó entonces en la fiesta con una manzana de oro con la inscripción: “Para la más bella”, la lanzó sobre la mesa donde se sentaban los dioses y se retiró. En ese momento, Atenea, Afrodita y Hera comenzaron a disputarse la manzana, lo que provocó una interminable disputa, hasta que Zeus tuvo que intervenir, diciendo que la elección sería hecha por un joven mortal. El afortunado –o desgraciado,- elegido, fue el hijo del rey de Troya, llamado Paris. Zeus lo escogió porque el joven príncipe había vivido siempre alejado del mundo y de las pasiones humanas, y su juicio, supuestamente, sería el más imparcial.

Las tres vanidosas diosas –más pasionales que los propios humanos- trataron de convencer a Paris ofreciéndole importantes recompensas. Hera le ofreció todo el poder que pudiera desear y hasta el título de Emperador de Asia; Atenea le ofreció la sabiduría y la victoria de cualquier guerra futura, y por último, Afrodita le prometió el amor de la mujer más bella del mundo. Paris proclamó como vencedora a Afrodita, sin saber que su decisión traería las peores consecuencias para su ciudad, ya que la hermosa mujer que le había prometido la diosa, era nada más y nada menos que Helena, la esposa de Menelao, rey de Esparta.

Con lo que la enseñanza, que se pretendía a través de este relato mitológico era, que el amor (o la lujuria) están por encima del poder y la sabiduría.

Troya y Esparta eran dos pueblos con muy buenas relaciones y durante una de las visitas de Paris a tierras espartanas, conoció a Helena. La promesa de Afrodita se cumplió, cuando hizo despertar en ella una ferviente pasión por el joven troyano. Luego de haber estado una noche en su palacio, Paris se llevó a la bella Helena con él de regresó a Troya.

Colérico ante semejante ofensa, el rey Menelao nombró a su hermano Agamenón comandante en jefe para llevar a cabo el rescate de Helena que luego desembocó en la legendaria Guerra de Troya.

Ziegler, como pintor, hubiera pasado desapercibido, o como uno más de los tantos pintores del montón, del momento. Pero su relación con Hitler, le llevó a realizar múltiples encargos oficiales con los que se  hizo rico y famoso.

Fue, el que idealizó la imagen de la mujer aria, alemana, a la que colocaba con pelo rubio y cabeza voluminosa. Y solía afirmar que eran la versión ideal de las “futuras madres de los alemanes”.
Pero su fuente de inspiración eran las esculturas de los clásicos griegos, cuyos desnudos, reconvertía en los desnudos de las mujeres alemanas en sus cuadros, eso sí con abundante vello púbico, no en vano era un símbolo, no sólo de erotismo, sino y sobre todo, de la fecundidad de las mujeres, que serían las madres que alumbrarían una raza perfecta,  componente de una gran nación, la raza aria.

 


Adolf

Adolf

Adolf

Adolf

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